Empresas en China: ¿Éxodo Tras el COVID-19?
La Dependencia del Mundo de China: Reflexiones de una Pandemia
La pandemia del nuevo coronavirus ha sido una prueba de fuego para el mundo globalizado. Mientras algunas personas aprendían a hacer pan casero y otras descubrían la importancia de tener suficiente papel higiénico en casa, los mercados internacionales se dieron cuenta de algo más profundo: nuestra abrumadora dependencia de China.
China: El Suministrador Mundial
Desde el inicio de la pandemia, quedó claro que China era crucial para el suministro mundial de equipos de protección personal. Cuando el coronavirus golpeó primero a China, el país comenzó a acumular mascarillas, dejando al resto del mundo en una situación de escasez. A medida que otras naciones comenzaron a necesitar estos suministros, la presión sobre China para reanudar las exportaciones aumentó significativamente.
En solo un mes, China logró duplicar sus exportaciones de respiradores y trajes de protección, aumentar seis veces las exportaciones de mascarillas y multiplicar por 25 las exportaciones de kits de detección del coronavirus. Estamos hablando de millones de toneladas de material médico destinado al mercado internacional. Esto ilustra el papel fundamental de China en la manufactura global.
La pregunta que surge es: ¿qué significa todo esto para nosotros? La respuesta es simple: estamos demasiado acostumbrados al «Made in China». La mayoría de las empresas no dudan en establecer nuevas fábricas en China debido a su mano de obra más barata y a sus infraestructuras bien desarrolladas para la exportación global. Además, China ofrece una mano de obra cada vez más capacitada, lo que la convierte en una opción aún más atractiva para la manufactura.
Shenzhen: El Silicon Valley de la Manufactura
Imagina que deseas construir una empresa de electrónica. Lo lógico sería dirigirte a Shenzhen, un centro mundial para la manufactura de dispositivos electrónicos. En Shenzhen, puedes encontrar mercados como el de Huaqiangbei, un paraíso para los componentes electrónicos, donde puedes comprar placas controladoras de última generación para tus drones, prácticamente a granel. En pocos lugares del planeta se puede hacer esto de manera tan eficiente.
Las Limitaciones de la Dependencia de China
Sin embargo, la pandemia ha dejado al descubierto los riesgos de depender tanto de un solo país. Además de las implicaciones evidentes de salud y seguridad, las empresas deben considerar otros factores, como la política. Por ejemplo, la administración Trump inició una guerra comercial contra China, y aunque Trump ya no está en el poder, su legado de desconfianza hacia China persiste. Japón, por su parte, ha destinado 243,500 millones de yenes para ayudar a las empresas a sacar su producción fuera de China.
Historia de la Globalización
Para entender el presente, a veces es bueno mirar hacia el pasado. La globalización comenzó a cobrar fuerza en los años 90, una época marcada por grandes protestas del movimiento antiglobalización en lugares como Seattle, Praga y Génova. Los opositores a la globalización temían que se tratara de una herramienta para el capitalismo desenfrenado, facilitando que las multinacionales explotaran mano de obra barata y recursos naturales en todo el mundo.
Paradójicamente, en lugar de empobrecer a otras naciones para enriquecer a Estados Unidos, la globalización ha permitido que muchas economías crezcan. Hoy en día, Estados Unidos representa menos del 20% del PIB mundial, en comparación con el 25% en los años 80, lo que significa que otras regiones del mundo han mejorado su situación económica.
El Auge del Mercado Chino
Inicialmente, las empresas se dirigieron a China atraídas por su mano de obra barata. Sin embargo, con el tiempo, los salarios en China han aumentado, y aunque algunos pueden pensar que esto provocaría la salida de las fábricas del país, lo contrario ha sucedido. Muchas empresas se quedan en China porque ahora es un mercado masivo de 1,400 millones de consumidores.
El hecho de que China sea un mercado efervecente hace que mantener las fábricas allí sea económicamente viable, incluso si los salarios son más altos ahora. Además, los costos de transporte son caros; mover toneladas de productos en barcos durante viajes transoceánicos es costoso. Si una empresa puede vender lo que produce en China dentro del mismo país, se ahorra altos costes logísticos.
La Regionalización de la Cadena de Valor
Esta dinámica ha llevado a la regionalización de la cadena de valor. Las empresas están optando por producir en regiones específicas para vender dentro de esas mismas regiones, minimizando los costos logísticos. La pandemia y la guerra comercial han acelerado esta tendencia.
Un ejemplo de la estrategia de regionalización es ASML, una empresa neerlandesa crucial en la fabricación avanzada de chips. Las principales compañías de semiconductores, como Intel y Samsung, dependen de ASML. Si ASML tuviera que cerrar, la producción global de smartphones podría colapsar en cuestión de semanas.
Fragilidad de la Cadena de Suministro
La pandemia de coronavirus ha resaltado la fragilidad de la cadena de suministro global, especialmente con la dependencia de China. El cierre temporal de fábricas en China debido a la pandemia causó escasez de suministros en otros lugares. Empresas como Mattel han intentado compensar esto aumentando la producción en fábricas de otros países, como Vietnam.
Muchas empresas ahora están adoptando la estrategia «China+1», manteniendo fábricas en China pero estableciendo otras en diferentes regiones para mitigar riesgos. Esto no significa el fin de la globalización, sino una evolución hacia una globalización más robusta y expansiva.
El Futuro: Una Globalización Aún Más Expansiva
Si miramos la historia, la Globalización 1.0 comenzó con el Plan Marshall después de la Segunda Guerra Mundial, que ayudó a Europa a recuperarse y se convirtió en un socio comercial clave para Estados Unidos. La Globalización 2.0 fue impulsada por Japón y los Tigres Asiáticos, que comenzaron a llenar el mercado mundial con sus productos. Ahora estamos en la Globalización 3.0, marcada por el auge de China como la fábrica del mundo.
El siguiente paso es la Globalización 4.0, que probablemente se caracterice por una expansion hacia nuevos mercados. Empresas como Apple ya están expandiendo su producción en lugares como Vietnam, lo que demuestra una tendencia hacia la diversificación geográfica.
China también está externalizando su producción a otros países, beneficiando a lugares como Vietnam, Camboya, Laos, Bangladesh y Filipinas. Estos lugares están comenzando a funcionar como «la China de China», convirtiéndose en nuevos centros de producción y mercados emergentes.
Conclusiones
La globalización no está muerta; está evolucionando. La crisis del coronavirus ha acelerado tendencias existentes hacia la diversificación geográfica y la regionalización de la cadena de valor. La dependencia excesiva de China sigue siendo un desafío, pero también es una oportunidad para otros países de convertirse en nuevos centros de manufactura.
La pregunta ahora es: ¿cómo se verá el futuro de la globalización? ¿Terminaremos todos comiendo noodles en África y América Latina? Solo el tiempo lo dirá. Mientras tanto, las empresas seguirán adaptándose a un mundo cada vez más interconectado y complejo.