«Venezuela: Un Viaje a la Época Dorada que Fascinó a Latinoamérica»

La Venezuela que Brilló: Del Sueño a la Crisis

Parece difícil, complicado, casi imposible de creer dadas las circunstancias actuales, pero hubo una época no muy lejana en la que Venezuela era el sueño dorado de toda Latinoamérica. En Movilab hemos discutido largamente sobre la Venezuela de hoy: hemos explicado qué está ocurriendo, por qué está ocurriendo e incluso algunas posibles desenlaces. Lo cierto es que, tras casi 20 años de Revolución Bolivariana, Venezuela está destrozada. El país enfrenta una brutal crisis económica, escasez de alimentos y medicinas, y una galopante inseguridad. La situación ha provocado que millones de venezolanos se marchen en busca de una vida mejor. Venezuela atraviesa, ni más ni menos, una enorme crisis humanitaria.

Sin embargo, esto no siempre fue así. Hubo un tiempo en el que Venezuela era un país próspero, uno al que muchas personas emigraban en busca de oportunidades. Vamos a retroceder en el tiempo para conocer esta otra Venezuela que una vez fue la envidia de muchos.

Venezuela, Tierra de Abundancia

Venezuela posee las mayores reservas conocidas de petróleo convencional del planeta, con más de 300.000 millones de barriles. Además del crudo, el país también cuenta con vastos recursos naturales como hierro, oro, diamantes y gas. Fue durante la década de los años 70 cuando los venezolanos realmente lograron aprovechar esta inmensa fortuna.

En esa época, el país iba como un barco a toda vela, y los venezolanos eran conocidos por su frase icónica “¡dame dos!” cuando viajaban al extranjero. Había dinero fluyendo y, lo más importante, la gente ganaba bien. Surgió una pujante clase media, el desempleo rondaba apenas el 4% y cada año se construían miles de kilómetros de nuevas carreteras. La pobreza, que hoy afecta a 9 de cada 10 venezolanos, no superaba el 20% en aquel entonces.

Los Años de Oro

Eran tiempos felices para el país. Viajar a Miami se convirtió en algo habitual entre la clase media, y Caracas albergaba los más caros y prestigiosos restaurantes franceses de la región. Además, en un hecho curioso, los venezolanos se convirtieron en los mayores consumidores de whisky del mundo. Sí, habéis escuchado bien. En aquellos años, parecía que este país iba a comerse el mundo. ¡Dame dos!

Durante esta época de bonanza, Venezuela también se convirtió en una meca para miles de inmigrantes latinoamericanos que querían experimentar la prosperidad venezolana. Gracias a un sistema democrático funcional, el país se convirtió en un refugio para muchos exiliados procedentes del Chile de Pinochet o de la Argentina de las juntas militares.

El Beneficio del Petróleo

¿Cómo logró Venezuela ser tan próspera? Principalmente, gracias a sus recursos naturales, a unas instituciones que funcionaban razonablemente bien y a una población relativamente bien formada. Todo cambió en 1973 con la crisis del petróleo. Ese año, los países árabes de la OPEP decidieron bloquear sus exportaciones de petróleo a los países que habían apoyado a Israel en la guerra del Yom Kipur, incluidos Estados Unidos y gran parte de Europa Occidental. Este bloqueo provocó un recorte en la producción mundial de petróleo, disparando los precios de 1,60 dólares a casi 10 dólares por barril de la noche a la mañana.

Con esta subida de precios, Venezuela, rica en petróleo, se convirtió en una fuente segura de suministro para las potencias occidentales, que se disputaban su crudo. Los petrodólares comenzaron a llover sobre el país, y en 1975, el presidente Carlos Andrés Pérez decidió nacionalizar la industria petrolera, creando PDVSA (Petróleos de Venezuela, S.A.), asegurando que la mayor parte de las ganancias del petróleo fueran a parar a las arcas del estado.

La riqueza era tal que en 1977, la renta per cápita venezolana casi duplicaba la del resto de América Latina. Caracas se llenó de construcciones y proyectos, y el país parecía imparable.

El Comienzo del Fin

Sin embargo, todo ese auge tenía una base fundamental: los petrodólares. La riqueza proveniente del petróleo permitió al país financiar la modernización de los servicios y emprender grandes proyectos. Pero cuando un gobierno empieza a recibir tanto dinero de repente, tiene dos opciones: gastarlo como si no hubiera mañana o invertirlo de forma seria para impulsar la economía nacional. Desafortunadamente, el gobierno venezolano optó por lo primero.

Carlos Andrés Pérez prometió que Venezuela se desarrollaría completamente en pocos años. Para ello, siguió una política de sustitución de importaciones, elevando aranceles y restringiendo la competencia para desarrollar una industria local capaz de sustituir las importaciones. Además, el gasto público se disparó y los subsidios pagados con petrodólares se convirtieron en la norma. Pero estas políticas económicas tienden a generar tres problemas principales:

  • Primero, la corrupción se dispara, ya que influir en la voluntad de un político o funcionario se vuelve la forma más lucrativa de hacer dinero.
  • Segundo, cuando el estado es la mayor fuente de oportunidades y negocios, las empresas producen para el estado en lugar de para los consumidores o para el mercado internacional.
  • Tercero, el gobierno no puede dejar de gastar, lo que genera un sistema económico dependiente y poco productivo, con enormes deudas.

Estos problemas empezaron a manifestarse en la década de 1980, cuando el precio del petróleo comenzó a bajar. El llamado “viernes negro” del 18 de febrero de 1983, cuando el bolívar se devaluó respecto al dólar, fue el primer aviso. Sin embargo, el gobierno ignoró las señales y continuó gastando irresponsablemente y favoreciendo a los allegados al poder. En 1989, la economía venezolana colapsó, dando lugar al “Caracazo,” una serie de protestas masivas que derivaron en saqueos y enfrentamientos con las fuerzas de seguridad.

El “Caracazo” fue un punto de no retorno. Según datos oficiales, 276 personas perdieron la vida, aunque algunos reportes extraoficiales hablan de cerca de 3,000 víctimas. Con esto, Venezuela comenzó su carrera hacia el abismo.

Epílogo de una Tragedia

La fortuna de los recursos naturales puede convertirse en una pesadilla con malos gobiernos. Venezuela tuvo la oportunidad de convertirse en un país muy rico, pero no supo gestionar su riqueza y hoy conocemos el lamentable resultado. La historia de Venezuela nos muestra cómo la riqueza mal gestionada puede destruir una economía y una sociedad.

Es imperativo que otros países aprendan de los errores venezolanos. La corrupción, el despilfarro y la mala gestión pueden convertir cualquier riqueza en una maldición. Venezuela tuvo su oportunidad, pero la perdió.

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