¿Por Qué Europa Podría Beneficiarse de Formar su Propio Ejército?

¿Es hora de un ejército europeo? La encrucijada de la OTAN y la defensa europea

En los últimos tiempos, los encuentros entre el Presidente de los Estados Unidos y los líderes europeos, incluyendo al Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, se han vuelto bastante tensos. La cumbre de la OTAN celebrada a principios de julio de 2018 es una clara muestra de estas tensiones, dejándonos con varias preguntas importantes: ¿Tiene razón Donald Trump cuando critica a sus socios europeos? ¿Están los países europeos de la OTAN aprovechándose del ejército de los Estados Unidos? Y quizá la más importante de todas: ¿Debería crearse un ejército europeo?

La crítica de Donald Trump a la OTAN

Una cosa es segura: a Donald Trump no le agradan las reuniones con los líderes europeos. Ya sea por su personalidad o por la discrepancia en intereses, el choque entre la administración estadounidense y la mayoría de los gobiernos europeos abarca temas como economía, comercio, inmigración y defensa. Para Trump, la implicación de los socios europeos en la OTAN deja mucho que desear.

El presidente de Estados Unidos lleva años criticando a la OTAN. Hace casi 20 años, Trump ya decía que Estados Unidos no tenía un interés vital en Europa y que los conflictos en el continente no valen vidas estadounidenses. Según él, alejarse de Europa ahorraría millones de dólares anuales, ya que el costo de mantener las tropas de la OTAN en Europa es enorme.

La perspectiva europea versus la estadounidense

No se trata solo del inquilino actual de la Casa Blanca; las diferencias entre europeos y estadounidenses han crecido con el tiempo. Un claro ejemplo es la discrepancia en el deporte favorito: béisbol en Estados Unidos frente a fútbol en Europa. También se observa en la preferencia por coches con motores gigantescos en Estados Unidos debido a la gasolina más barata, o en la visión sobre las armas, incluidas las militares.

Mientras que en Estados Unidos la cuestión militar es un tema destacado en la política, en Europa no lo es tanto. Desde la Guerra Fría, el gasto militar de los países europeos que pertenecen a la OTAN ha disminuido drásticamente, pasando de más del 3% del PIB a menos del 1,5%. A los gobiernos europeos no les interesa gastar mucho en defensa, lo que ha molestado a Washington, tanto a Trump como a sus predecesores Barack Obama y George W. Bush.

¿Tienen razón en Washington?

Pero, ¿y si en Washington tuvieran algo de razón? Tomemos como ejemplo el estado de las fuerzas armadas europeas. En total, los países europeos de la OTAN tienen aproximadamente 1.800.000 soldados. Sin embargo, solo el 30% de estos podrían desplegarse en caso de conflicto, y entre 50.000 y 100.000 podrían mantenerse en despliegue de forma sostenida.

A pesar de gastar mucho dinero, los gobiernos europeos no parecen preocuparse por la operatividad de sus ejércitos. Un claro ejemplo es Alemania, que tuvo en 2017 un presupuesto militar de aproximadamente 45.000 millones de dólares, uno de los 10 mayores del mundo. Sin embargo, un estudio de McKinsey reveló que cerca del 60% de sus aviones de combate y el 80% de sus helicópteros no estaban preparados para el combate. A finales de 2017, una investigación parlamentaria mostró que ninguno de los submarinos ni de los 14 aviones principales de transporte alemanes estaban operativos.

Problemas operativos generalizados

Estos problemas no son exclusivos de Alemania. Durante la guerra de Libia, las fuerzas aéreas europeas comenzaron a quedarse sin armamento de precisión apenas tres semanas después de iniciar los ataques. Los gobiernos europeos gastan en grandes programas de armamento y en mantener muchos soldados, pero cuando se trata del día a día, la eficacia y operatividad suelen verse afectadas.

Que los ejércitos europeos tengan problemas de mantenimiento y operatividad es algo preocupante y pone de manifiesto la falta de compromiso político por parte de los gobiernos europeos. La situación en Afganistán también es un reflejo de este problema. Muchos gobiernos europeos no quieren asumir riesgos y ordenan a sus mandos militares mantener a sus soldados lejos del frente, negándose incluso a prestar asistencia médica en zonas de combate.

El mito del 2%

En Washington, se exige que los países europeos de la OTAN eleven sustancialmente su gasto militar hasta alcanzar el 2% del PIB, una cifra que muchos interpretan como un mínimo necesario para una defensa adecuada. Durante la última cumbre de la OTAN, Trump dejó claro que estaba furioso por lo que considera pagos atrasados de muchos países. Sin embargo, esta idea de pagos atrasados no tiene ni pies ni cabeza, ya que el 2% es un objetivo de gasto militar individual y no un pago hacia la OTAN o Estados Unidos.

Gracias a la presión de Obama en 2014, los países europeos de la OTAN se comprometieron a incrementar su presupuesto militar hasta alcanzar el 2% del PIB en 2024. Esto ha llevado a la región a ser una de las que más incrementa su gasto militar en el mundo. No obstante, este incremento no necesariamente conlleva una mejora en la capacidad militar real.

El dilema de Europa: gastar más o gastar mejor

La cantidad de dinero invertido en las fuerzas armadas no siempre se traduce en una mayor efectividad. Grecia, por ejemplo, cumple con el 2% del PIB, pero gran parte de este presupuesto se destina a pagar pensiones militares y a la defensa contra Turquía, otro miembro de la OTAN. Este gasto, entonces, no aporta significativamente a la capacidad de la organización.

Incluso si todos los países europeos cumplieran con este objetivo del 2%, seguirían dependiendo de Estados Unidos para el despliegue de fuerzas, inteligencia y aprovisionamiento a nivel mundial. Además, las operaciones militares en Europa no son populares, y sin un compromiso político real, las reglas para entrar en combate seguirían siendo un obstáculo.

Las funciones esenciales de las fuerzas armadas

Las fuerzas armadas tienen funciones esenciales como disuasión, intervención y despliegue, ocupación y ciberseguridad. Para ninguna de estas tareas, el presupuesto actual de los países europeos supone una traba significativa. La capacidad de despliegue rápido y la gestión de conflictos son fundamentales para enfrentar las amenazas actuales, no la acumulación de fuerzas redundantes.

Los ejemplos de Afganistán, Irak y Libia muestran que la victoria militar es sencilla, pero la postguerra puede ser un desastre. Contar con fuerzas preparadas para entrenar instituciones locales y gestionar conflictos hubiera sido mucho más útil.

PESCO: ¿un ejército europeo?

En diciembre de 2017, la Unión Europea lanzó el programa PESCO (Cooperación Estructurada Permanente en Defensa). Este tiene como objetivo coordinar a los países en cuanto a seguridad, adquisición de material bélico y operaciones conjuntas. Aunque todavía está en una fase temprana, podría ser la solución ideal para los problemas de defensa europea.

Un ejército europeo integrado, bien equipado y con gran capacidad de despliegue podría ser mucho más eficiente que las actuales fuerzas armadas nacionales dispersas. Países como España, que gasta una fortuna en tanques Leopard 2 que apenas sirven para defenderse de Portugal debido a la falta de medios para desplegarlos, podrían beneficiarse enormemente de esta integración.

En definitiva, los retos actuales son globales y Europa necesita más integración, no más gasto. Con un presupuesto conjunto de casi 300.000 millones de dólares al año, Europa ya gasta mucho. El verdadero reto es gastar mejor, y un ejército europeo podría ser el camino a seguir.

Conclusión

La pregunta sigue en el aire: ¿Debería Europa desarrollar su propio ejército? En un mundo donde las amenazas son globales, la integración y la eficiencia son claves. Un ejército europeo podría ser la respuesta a las críticas de Washington y a las deficiencias operativas de las fuerzas armadas nacionales.

Así que, ¿qué opinas? ¿Es hora de que Europa tenga su propio ejército? La discusión está abierta y queda mucho por debatir.

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