El Verdadero Funcionamiento del Sistema Sanitario en Estados Unidos: Todo lo que Necesitas Saber

El sistema de salud en Estados Unidos: Realidad y mitos

Es común que cuando se habla del sistema de salud en Estados Unidos, la idea que más resuena es que este está completamente privatizado. En Europa, por ejemplo, se tiene la percepción de que las personas sin dinero suficiente mueren a las puertas de los hospitales sin recibir atención médica. No es sólo un tópico: un estudio de 2009 estimó que cerca de 45 mil personas mueren en EE.UU. anualmente debido a la falta de acceso a servicios médicos.

El elevado coste de la sanidad estadounidense

Las familias que pueden pagar las facturas médicas a menudo lo hacen mediante créditos o incurriendo en deudas que las llevan inevitablemente a la bancarrota, algo que se refleja en noticias como «El 50% de los estadounidenses tienen deudas médicas». Además, Estados Unidos es uno de los países desarrollados con la esperanza de vida más baja: mientras que en España, Francia o Italia ronda los 83-84 años, en EE.UU. apenas llega a los 79 años. Esto sugiere que el sistema de salud estadounidense no sólo es caro e inaccesible para muchos, sino también ineficaz en comparación con otros países occidentales.

Sin embargo, la realidad es más compleja. A pesar de que parece que todos los hospitales en EE.UU. son privados y dirigidos por grandes empresas, el 79% de los hospitales son públicos o pertenecientes a organizaciones sin ánimo de lucro. Sólo el 21% están en manos de empresas privadas. Además, EE.UU. destina una gran cantidad de gasto público a su sistema sanitario. Entonces, ¿por qué no se reflejan mejores resultados en la salud de la población?

Contradicciones en el sistema de salud estadounidense

Observar las tasas de mortalidad por cáncer en EE.UU. comparadas con Francia o Alemania puede sorprender: en estos países europeos mueren más personas de cáncer por cada 100 mil habitantes que en EE.UU. Esto también se aplica a otras enfermedades como el reuma o las úlceras estomacales. Aunque estos datos son aislados y dependen de muchos factores, plantean dudas sobre la eficacia del sistema de salud estadounidense.

Entonces, si el sistema de salud en EE.UU. no es tan terrible como se dice, ¿por qué existen tantos gastos en salud y tantas personas mueren por falta de atención médica? Para entenderlo, debemos explorar tres aspectos clave: los seguros públicos, los seguros privados y las brechas en la cobertura sanitaria.

El papel de los seguros públicos: Medicare y Medicaid

Medicare

Medicare está diseñado principalmente para ancianos, discapacitados y algunos enfermos crónicos, y se divide en tres partes. La primera es el seguro de hospitalización, que cubre las noches de hospital, honorarios médicos y algunas pruebas clínicas menores. Sin embargo, no cubre tratamientos complejos como el cáncer.

La segunda parte es el seguro médico, que incluye tratamientos, vacunas, operaciones, quimioterapia y trasplantes de órganos. Pero esta cobertura no es gratuita: cuesta entre 134 y 213 dólares mensuales, dependiendo de la renta. Además, no incluye medicinas que tomas en casa, y ciertos servicios implican copagos.

Finalmente, la tercera parte de Medicare incluye seguros para medicinas, servicios extra como cuidado dental y seguros adicionales para financiar copagos. Esta parte está semi-privatizada y puede costar entre 300 y 400 dólares al mes.

Medicaid

Medicaid es el seguro público más importante y cubre a personas con ingresos reducidos, habiendo alcanzado los 80 millones de afiliados durante la pandemia. Son elegibles para Medicaid aquellas personas que estén por debajo del 133% del nivel federal de pobreza, lo que equivale a unos 37 mil dólares anuales para una familia de cuatro personas.

Este programa cubre el 100% de los costos médicos, incluidas medicinas, aunque existen más de 200 tipos de seguros diferentes dentro de Medicaid que varían en función del estado, la edad del asegurado y su renta. Esto puede resultar en copagos y diferencias en los hospitales a los que se puede acudir.

La realidad de los seguros privados

En EE.UU., los seguros privados se dividen en cuatro categorías: bronce, plata, oro y platino. Estas categorías difieren en la proporción de costes que el seguro y el paciente deben asumir. Por ejemplo, los seguros bronce cubren el 60% de los costos, dejando al paciente el 40%, mientras que los seguros platino cubren el 90%, dejando al paciente el 10%.

Tras la implementación del Obamacare en 2010, todos los seguros deben cubrir los servicios básicos de salud y ofrecerse al mismo precio independientemente de las condiciones de salud previas. La media del costo de un seguro médico privado para una persona individual es de 500 dólares mensuales, aunque muchas veces las empresas cubren una parte de este costo.

Además, existen subvenciones para familias situadas entre el 133% y el 400% del nivel de pobreza, lo que limita aún más el máximo anual que deben pagar por sus seguros.

HMOs vs PPOs

Hay una diferencia importante entre los seguros HMO (Health Maintenance Organization) y los PPO (Preferred Provider Organization). Los seguros HMO sólo cubren una red determinada de hospitales locales, mientras que los PPO permiten a los asegurados elegir cualquier hospital. Esto puede ser crucial en casos de enfermedades graves donde acudir a especialistas fuera de la red de hospitales puede suponer costos astronómicos.

Donde lo público no llega

Los problemas de la falta de seguros en EE.UU. afectan principalmente a tres grupos: inmigrantes no regularizados, personas con pocos recursos en estados con restricciones a Medicaid y aquellos que, pudiendo asegurarse, deciden no hacerlo.

En todos estos casos, aunque nadie muere en la puerta de un hospital sin ser atendido, las facturas médicas pueden ser tan elevadas que llevan a muchos a la bancarrota. La falta de confianza en los seguros entre los jóvenes también contribuye a esta problemática, ya que muchos prefieren no gastar en un seguro médico, asumiendo que no lo necesitarán en un futuro cercano.

El sistema de salud en Estados Unidos es un entramado complejo de seguros públicos y privados que genera tanto beneficios como graves deficiencias, especialmente para los más vulnerables. Mejorar este sistema es un desafío que continuará siendo objeto de intensos debates.

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