Cómo la Guerra Transformó la Economía de Estados Unidos para Siempre
La Resonancia Magnética: De la Guerra a la Medicina
Lo que veis en pantalla es un vídeo de un cerebro humano siendo capturado con un equipo de imagen de resonancia magnética (IRM). Mucha gente ya sabrá que esta tecnología, fundamental en clínicas y hospitales de todo el mundo, permite diagnosticar y tratar a tiempo enfermedades graves como el cáncer. Sin dudas, podemos afirmar que el descubrimiento de estos sistemas, que permiten a los médicos observar con imágenes detalladas el interior de nuestros cuerpos, representó un antes y un después en el mundo de la medicina.
Sin embargo, lo más sorprendente es que esta tecnología no fue inventada para la medicina, sino con un propósito muy diferente: la guerra. De hecho, a lo largo de la historia, muchas de las innovaciones que utilizamos en la vida cotidiana tienen sus raíces en desarrollos militares.
Tecnologías Cotidianas y sus Orígenes Bélicos
La guerra, a pesar de su inherente crueldad y barbarie, ha servido inadvertidamente como catalizador para numerosos avances tecnológicos. Por ejemplo, consideremos el GPS de nuestros móviles, la energía nuclear que alimenta muchas de nuestras bombillas y, por supuesto, el internet, que nació como ARPANET, una red desarrollada por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos.
Todo esto lleva a una serie de preguntas intrigantes: ¿Es posible que las guerras, más allá de sus terribles consecuencias, funcionen como catalizadores para el desarrollo tecnológico? ¿Son todos estos inventos una simple coincidencia o hay algo más profundo relacionado con las economías de la guerra? Además, ¿podrían países actualmente en conflicto, como Ucrania, transformarse en potencias tecnológicas en unas pocas décadas? Y finalmente, ¿están los Estados Unidos tan avanzados gracias a las innovaciones provocadas por todas las guerras en las que ha participado?
El Caso del Vanguard TV3 y la Carrera Espacial
En 1957, Estados Unidos intentó lanzar su primer satélite artificial, el Vanguard TV3. Decenas de miles de personas observaron a través de sus televisores cómo los científicos norteamericanos casi lograron uno de los mayores logros de la humanidad. Desafortunadamente, el lanzamiento del Vanguard TV3 fue un rotundo fracaso, no solo a nivel científico sino también político y militar. Esto se agravó debido a que, apenas unos meses antes, la Unión Soviética había logrado lanzar con éxito el Sputnik 1, el primer satélite artificial que alcanzó la órbita terrestre.
El golpe fue tremendo para la sociedad norteamericana. Los soviéticos estaban ganando la carrera espacial y, por ende, también la Guerra Fría. La competencia espacial era una extensión del campo de batalla, incluso a nivel nuclear, lo que atemorizó profundamente a la sociedad estadounidense.
La Creación de NASA: Un Éxito Rotundo
En respuesta, el gobierno de Estados Unidos tuvo que reaccionar. Hasta ese momento, las misiones espaciales eran simplemente una rama del Departamento de Defensa, sin entidad ni presupuesto adecuado. A diferencia de la Unión Soviética, un país socialista capaz de destinar todos los recursos de su economía a un mismo objetivo, Estados Unidos necesitaba reorganizarse. En 1958, nació la NASA.
La creación de la NASA marcó un antes y un después. En menos de una década, Estados Unidos pasó de no poder lanzar un pequeño satélite a mandar cuatro hombres a la luna y traerlos de vuelta. Este logro monumental se consiguió gracias a un enorme despliegue de gasto público, llegando a destinar más del 0,7% de su PIB al desarrollo de la NASA.
Impacto Económico de la Carrera Espacial
Un estudio reciente analizó el impacto económico en los condados de Estados Unidos donde la NASA invirtió más recursos durante la carrera espacial. Estas zonas dispararon sus niveles de producción, crearon numerosas patentes, aumentaron los salarios y redujeron el desempleo. Sorprendentemente, cuando la NASA dejó de gastar dinero en estas áreas, las economías locales no solo se mantuvieron sino que continuaron prosperando.
Por cada euro invertido por la NASA, la economía local creció cerca de 3,8 euros adicionales, logrando tasas de retorno social del 20% anual. Esta prosperidad sostenida plantea una pregunta crucial: ¿Es el gasto público la clave para estimular una economía? ¿Podrían aplicarse estas inversiones en otros sectores o países para transformarlos en gigantes tecnológicos?
Las Claves del Éxito: Gasto Público y Sector Privado
El éxito de la NASA y de las inversiones militares en Estados Unidos ha sido un tipo de gasto público muy diferente al tradicional. Aunque todo el gasto provino de las arcas públicas, este fue canalizado directamente a empresas privadas del sector aeronáutico y tecnológico, no a funcionarios ni científicos en universidades.
El Papel de las Empresas Privadas
Más del 90% de los trabajadores dedicados a la NASA eran empleados de empresas privadas. Esto evitó problemas comunes en las empresas públicas, como la burocracia, la falta de conocimiento en el sector o los problemas de incentivos políticos. Además, permitió disparar el desarrollo y la creación de industrias locales, especialmente en sectores incipientes con mucho potencial, como el aeroespacial en aquella época.
Inversiones ligadas a la seguridad nacional o la superioridad militar se dirigen a industrias innovadoras, fomentando la investigación y el desarrollo de tecnologías punteras. Estos descubrimientos científicos y tecnológicos pueden aplicarse posteriormente en otras ramas de la economía, contribuyendo al crecimiento a largo plazo.
Efectos en Cadena en la Economía
Además, estos sectores manufactureros suelen necesitar el apoyo de otras empresas para materiales y fabricación, creando efectos en cadena que multiplican los beneficios sobre la economía. Este tipo de inversiones pueden ser más del doble de eficaces que otras políticas de gasto público.
Sin embargo, el éxito de la carrera espacial no se redujo únicamente a la inversión pública. Un vistazo a las fábricas de aviones de la Segunda Guerra Mundial nos ofrece más lecciones.
Adaptación y Eficiencia en Tiempos de Guerra
Durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se convirtió en el máximo proveedor de armas y municiones para los países aliados, incluyendo los aviones de combate. En los primeros años, las fábricas de aviones acumularon trabajadores, máquinas y plantas de montaje para producir el máximo número de aviones posible. Pero llegó un momento en que la demanda fue tan alta que el sistema se saturó.
Superando la Saturación
A pesar de llegar al límite, las fábricas lograron más que triplicar su producción, adoptando métodos como las líneas de producción en cadena y mejorando las condiciones laborales para reducir el absentismo. En tiempos de paz, la industria aérea no se familiarizó con estos métodos debido a la baja demanda de producción, pero la guerra obligó a las empresas a adaptarse.
Esto explica por qué los efectos de las inversiones de la NASA pudieron extenderse en el tiempo, forzando la adaptación productiva de múltiples compañías y disparando su productividad. Esta dinámica es relevante en el contexto actual, donde la pandemia y la Guerra de Ucrania han causado escasez en numerosos productos, especialmente tecnológicos como los microchips.
El Proyecto Manhattan y la Concentración de Talento
El Proyecto Manhattan, encargado de desarrollar la bomba de fisión nuclear, creó numerosas patentes e inventos. Un estudio encontró que las regiones donde se llevaron a cabo estos proyectos aumentaron su producción de patentes hasta en un 40% durante las décadas siguientes, gracias a la concentración de talento y empresas.
La inversión pública actuó como organizador geográfico, reuniendo a las mejores mentes y empresas en lugares específicos, potenciando el desarrollo científico y tecnológico. Esto es similar a lo que sucede en lugares como Silicon Valley hoy en día.
Conclusiones: Las Guerras Como Catalizadores del Desarrollo
Las guerras y el sentimiento de amenaza pueden funcionar como importantes catalizadores para el desarrollo económico y tecnológico de un país. Esto se debe a varios factores:
- Permiten destinar muchos recursos a la innovación y a sectores con mucho potencial.
- Ofrecen el empujón que muchas industrias necesitan para avanzar y luego volar por sí solas.
- Crean importantes aglomeraciones de empresas y talento.
Aunque estos factores no significan que las guerras sean buenas, ni que sea necesario disparar el gasto público en tecnología o defensa, sí muestran que determinadas inversiones pueden generar beneficios significativos, siempre y cuando se manejen con estrategia y visión a largo plazo.
Así que, ¿Estados Unidos es tan rico gracias a las guerras? La respuesta es compleja. Sin duda, las inversiones han contribuido a su desarrollo, pero son solo uno de los muchos factores que explican su éxito económico.
Finalmente, ¿qué pensáis vosotros sobre la historia de la NASA y las inversiones de guerra? ¿Consideráis que Washington tomó buenas decisiones con estos enormes paquetes de inversión? ¿Creéis que estos factores podrían tener otros beneficios para las economías del mundo? Vuestras opiniones son bienvenidas.