¿Está Irán al Borde de una Transformación Política?

Irán en 2018: Protestas, Cambios y un Régimen en Transformación

El 28 de diciembre de 2017, en un año que parecía estar llegando a su fin sin grandes sorpresas, emergió una noticia que sacudiría la geografía de Irán. Numerosas manifestaciones y concentraciones de protesta comenzaron a surgir por todo el país. Todo comenzó en la ciudad de Mashad, un lugar de peregrinación chiita y bastión del régimen. Sorprendentemente, fue aquí, en este santuario de la revolución islámica, donde se produjeron las primeras protestas antigubernamentales. Rápidamente, estas movilizaciones se extendieron por todo el país, dejando más de 20 víctimas mortales y más de 1.000 detenidos.

¿Una Primavera Persa?

En ese momento, muchos se preguntaron si estábamos a las puertas de una especie de «primavera persa». Incluso el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, parecía inclinarse en esa dirección, señalando que Irán estaba fracasando a todos los niveles y que su población estaba hambrienta de comida y libertad. Sin embargo, la realidad fue otra. La medida de las protestas no llegó a tal magnitud, aunque no podemos negar que en Irán están ocurriendo eventos cruciales que influirán en el futuro del país y, por extensión, en todo Oriente Medio.

Las Causas del Fuego

Irán es uno de los países con mayores riquezas naturales del planeta. Cuenta con las cuartas mayores reservas de petróleo, las segundas mayores de gas natural, y sus depósitos de cobre, hierro, zinc, uranio y plata están entre los más grandes del mundo. Además, tiene una población relativamente joven y bien preparada, con casi 5 millones de estudiantes universitarios cada año. A pesar de estos recursos, la economía iraní es un completo desastre.

  • Hay una falta de trabajo, especialmente para los jóvenes, con tasas de paro del 40%.
  • La inflación es de dos dígitos y la moneda ha sufrido una importante depreciación.
  • El gobierno se ha visto obligado a recortar muchas prestaciones sociales.

Estas dificultades económicas chocan con las enormes expectativas generadas tras el acuerdo nuclear de 2015. Se pensó que este acuerdo sería un punto de inflexión para la economía iraní, abriendo puertas a inversiones y mercados internacionales. Sin embargo, la economía iraní sigue teniendo más agujeros que un queso gruyer. La corrupción está muy generalizada y una buena parte de la economía está en manos de corporaciones ligadas a políticos, a fundaciones religiosas y a la poderosa Guardia Revolucionaria.

El Instigador

En un primer momento se produjeron muchas interpretaciones sobre lo que estaba ocurriendo. Una de ellas fue que podríamos estar a las puertas de una revolución popular, similar a una particular primavera persa. Sin embargo, algunas piezas no encajaban del todo. Las protestas comenzaron en las ciudades más controladas y conservadoras del país, y el protagonismo inicial recayó curiosamente en las clases más humildes y conservadoras.

El propio jefe de la poderosa Guardia Revolucionaria, Mohammad Ali Jafari, dejó claro que el expresidente Ahmadineyad fue el responsable de instigar las primeras protestas para erosionar el capital político de los reformistas. Sin embargo, en un país donde el 50% de la población tiene menos de 30 años, y con el acceso generalizado a internet y redes sociales, el efecto contagio se produjo rápidamente. En cuestión de horas, las llamadas a protestar se extendieron por redes sociales y aplicaciones como Telegram.

La Respuesta del Gobierno

Por supuesto, el gobierno no tardó en reaccionar. Se emplearon detenciones, amenazas de condenas importantes e incluso de pena capital por rebelión, traición y conexiones con servicios de inteligencia extranjeros. La respuesta fue tal que el gobierno anunció la prohibición de enseñar inglés en las escuelas primarias para evitar la invasión cultural. Las protestas no fueron más allá, pero muestran unas cuantas debilidades del régimen totalitario.

La Debilidad de una Revolución Fallida

Desde la revolución islámica en 1979, el gobierno de Teherán ha hecho grandes esfuerzos por lograr una fuerte identidad nacional entorno a la religión. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, la sociedad iraní, muy joven y cada vez más secular, está cada vez más disconforme con un modelo de país alejado de su forma de pensar. Internet ha jugado un papel clave en este cambio. Además, la incapacidad del régimen para generar oportunidades para los jóvenes provoca una erosión rápida en los pilares políticos del país.

No es descabellado pensar que en los próximos años seremos testigos de un desgaste importante en los pilares políticos de Irán. La sociedad iraní es mucho más abierta y secular, y está mucho más formada. La gran pregunta es si el régimen de los ayatolas será capaz de contener esta fuerza de cambio.

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