¿Se Han Quedado Atrás los Juegos Olímpicos? ¡Analizamos su Relevancia Hoy!
El Futuro de los Juegos Olímpicos: Desafíos y Posibles Soluciones
El Espejismo de Ser Ciudad Anfitriona
Hace apenas una semana, resaltamos en un vídeo todos los problemas que enfrenta Tokio con la organización de los Juegos Olímpicos. Es un hecho conocido que las olimpiadas son, generalmente, el evento más caro que puede organizar una ciudad. A pesar de esto, los ayuntamientos de todo el mundo parecen casi obsesionados con la idea de convertir sus ciudades en anfitrionas olímpicas, y suelen contar con el apoyo de sus respectivos gobiernos y ciudadanos entusiastas. Las encuestas reflejan que, en su mayoría, la población se muestra emocionada ante la perspectiva de albergar este prestigioso evento.
A primera vista, organizar los Juegos Olímpicos parece traer numerosos beneficios. Se estima que incrementa el turismo, propicia una renovación urbana y pone al país en el mapa para inversores y empresarios globales. Sin embargo, la realidad es bastante diferente. Tal como mencionamos previamente, el colosal evento genera más problemas que soluciones, con potenciales consecuencias económicas devastadoras. Japón, por ejemplo, podría enfrentar una ruina financiera debido a los costos adicionales vinculados a la construcción de los estadios y la villa olímpica.
El Desvanecimiento del Fervor Olímpico
Notablemente, el entusiasmo por los Juegos Olímpicos ha disminuido con el tiempo. Hasta el año 2012, el Comité Olímpico Internacional solía recibir un promedio de cinco candidaturas en cada convocatoria para elegir la ciudad anfitriona. Sin embargo, para los Juegos de 2024, apenas había dos candidatas: Los Ángeles y París. Ciudades emblemáticas como Budapest y Roma se retiraron en el último minuto, y en lugares como Hamburgo, los propios ciudadanos votaron en contra de la idea en un referéndum. Este cambio de actitud es un desafío significativo para el Comité Olímpico Internacional (COI).
Un Poco de Historia Olímpica
La idea de los Juegos Olímpicos nació en la antigua Grecia, pero los modernos Juegos Olímpicos no tienen mucho que ver con ese origen mítico. En 1896, Pierre de Coubertin, un barón francés, junto con Evangelios Zappa, convenció al gobierno griego para organizar unos juegos inspirados en la antigüedad. Así, surgieron las primeras olimpiadas modernas en Atenas, con el objetivo de crear un evento internacional que fortaleciera los lazos entre naciones.
El COI se estableció para garantizar que, cada cuatro años, se celebren Juegos de Verano, Juegos de Invierno y Juegos Paralímpicos. Aunque hoy en día parece más que aceptable, los primeros juegos fueron modestos y coincidían con exposiciones internacionales. Pero todo cambió drásticamente con los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936, organizados por la Alemania Nazi, que marcaron el inicio de los eventos faraónicos en términos de costos.
Catástrofes Económicas Olímpicas
El primer gran desastre económico olímpico llegó con los Juegos de Montreal en 1976, que resultaron ocho veces más caros de lo presupuestado y dejaron una deuda que Canadá no pudo pagar hasta 2006. Para cubrir estos costos, incluso se implementó un impuesto especial al tabaco. Este precedente sentó las bases para una realidad en la que, para ser elegida por el COI, una ciudad debe estar dispuesta a gastar cantidades exorbitantes en estadios y fuegos artificiales.
A pesar de que se supone que el espíritu olímpico debería centrarse en el deporte y la concordia entre los pueblos, el dinero juega un papel decisivo. Sobornos y lujos para los miembros del COI son prácticas comunes en las ciudades candidatas, lo que perpetúa un ciclo de gastos extravagantes financiados casi en su totalidad por los gobiernos anfitriones.
El COI y Su Lujoso Estilo de Vida
El COI es una entidad sin ánimo de lucro con sede en Suiza, lo cual significa que no paga impuestos y puede operar con gran opacidad. Comparado con la Fórmula 1, que es una empresa y por tanto está sujeta a transparencia fiscal, el COI goza de un nivel de vida envidiable sin apenas rendir cuentas.
Astroturfing y Manipulación de Opiniones Populares
Además, el COI recurre al astroturfing, una estrategia para enmascarar patrocinadores y financiar «centros de estudios olímpicos» que producen estudios sesgados defendiendo los beneficios de albergar los Juegos Olímpicos. De esta manera, ciudades como Madrid han mostrado un aparente 85% de apoyo popular para organizar los Juegos, una cifra que puede estar inflada por campañas de publicidad que silencian opiniones contrarias.
Todo esto se refleja en despilfarros masivos. Japón, por ejemplo, ha destinado cerca de 20.000 millones de dólares para los Juegos de Tokio 2020, mientras que Brasil gastó más de 12.000 millones en Río 2012 y Grecia sigue pagando la deuda de Atenas 2004.
¿Tienen Futuro los Juegos Olímpicos?
Durante los años 90 y la primera década del siglo XXI, siempre había muchas ciudades candidatas en cada reunión del COI. Sin embargo, recientemente, el número ha disminuido drásticamente. Para Tokio 2020, solo había tres candidatas, y en las últimas dos votaciones, solo quedó una ciudad candidata: París para 2024 y Los Ángeles para 2028. Ciudades como Roma, Budapest y Estocolmo han decidido que no vale la pena el gasto, y economistas críticos con los efectos negativos de los Juegos Olímpicos están comenzando a tener mayor visibilidad en los medios.
Otra señal de que los Juegos están en crisis es la disminución de su audiencia. Con plataformas como Netflix, HBO, y YouTube compitiendo ferozmente por la atención del público, la audiencia de eventos deportivos tradicionales ha decrecido. Para Tokio 2020, muchos prefieren ver series en lugar de la competición de natación sincronizada.
Buscar Soluciones Viables
Ante esta crisis, el COI ha propuesto la Agenda 2020, que permitiría la organización de los Juegos en dos países a la vez. Aunque no es una idea totalmente irracional, puede que no sea suficiente para reducir el despilfarro. Otra idea radical que ha surgido es eliminar la rotación de ciudades y celebrar todos los Juegos Olímpicos en una única ciudad. Los Ángeles ha sido propuesta como candidata ideal debido a su tamaño, infraestructura y capacidad para recibir turistas.
Pero esta solución también tiene sus problemas. Sin la competencia entre varias ciudades, el COI podría perder poder de negociación y se vería forzado a un reparto más equitativo de los derechos de emisión, lo que significaría menos dinero y menos lujos para sus miembros.
El Futuro Incierto del Espíritu Olímpico
En última instancia, la pregunta es si el Comité Olímpico Internacional encontrará una solución viable para recuperar el prestigio perdido y garantizar la sostenibilidad de los Juegos Olímpicos. Ante la disminución de ciudades interesadas y el creciente escrutinio público, solo el tiempo dirá si estamos ante el fin de los Juegos Olímpicos tal y como los conocemos.
Si bien las olimpiadas tienen una rica historia y un espíritu que promueve la excelencia deportiva y la unión de los pueblos, en la práctica moderna, se enfrentan a desafíos económicos y operativos que cuestionan su viabilidad futura. Es esencial que tanto el COI como los gobiernos y sociedades reconsideren las verdaderas implicaciones de organizar este evento y busquen modos más justos y sostenibles para mantener vivo el espíritu olímpico.