El Impacto Creciente del Yihadismo en América: Lo que Necesitas Saber

La Amenaza Yihadista en Sudamérica: El Caso de Trinidad y Tobago

Cuando pensamos en el terrorismo yihadista, en general, nos vienen a la mente imágenes del ataque al World Trade Center en Nueva York en 2001, la tragedia en la sala Bataclan en París, el violento conflicto del ISIS en Siria o Irak, o el atentado del 11 M en España. La percepción común sitúa al yihadismo en Oriente Medio, África y Europa, pero ¿qué pasaría si dijéramos que Sudamérica también debe entrar en este mapa? Sorprendentemente, un país latinoamericano tiene una fuerte presencia yihadista. Esa nación es Trinidad y Tobago.

Trinidad y Tobago: Un Nido de Yihadistas en Occidente

Trinidad y Tobago es una nación formada por dos islas principales situadas frente a la costa de Venezuela. Este pequeño país, anteriormente conocido por ser un gran exportador de petróleo y gas natural, se ha convertido hoy en el punto de mira de la inteligencia antiterrorista internacional. La violencia yihadista ha arraigado profundamente en su territorio, hasta el punto de que Trinidad y Tobago tiene la segunda mayor tasa de homicidios de todo el continente americano.

El Génesis Yihadista

Para entender cómo Trinidad y Tobago se convirtió en un epicentro de extremismo, debemos remontarnos a su historia colonial. Como muchos otros países en la región, estas islas estuvieron bajo el control de imperios europeos. Desde los primeros asentamientos españoles en 1592, ambas islas cambiaron de manos entre franceses y británicos, hasta que consiguieron la independencia en 1962. Sin embargo, la independencia trajo nuevos problemas económicos, especialmente debido a la reducción en la demanda internacional de sus principales productos de exportación.

En los años siguientes, el país se benefició temporalmente del aumento de los precios del petróleo durante el embargo saudí a Occidente (1973-1981), lo que llevó a una mejora en las condiciones de vida. No obstante, cuando los precios del crudo y el gas cayeron a principios de los ochenta, Trinidad y Tobago enfrentó una recesión económica severa. Para 1989, el desempleo juvenil rozaba el 43%, y el país se encontraba al borde del colapso social.

En 1990, en medio de este tumulto, el grupo radical islamista Jamaat al-Muslimeen, liderado por Yasin Abu Bakr, un exagente de policía convertido al islam, intentó un golpe de Estado. Aunque el golpe fracasó después de seis días de caos y 24 muertos, esta fue la primera (y única) insurgencia religiosa islámica en Occidente.

Tierra Fértil Para el Extremismo

Trinidad y Tobago ha ganado notoriedad en las últimas décadas debido a su creciente número de yihadistas. Con apenas 1.300.000 habitantes, se estima que hasta 240 ciudadanos se unieron al Daesh en Oriente Medio, una cifra sorprendente en comparación con otros países. Muchos de estos yihadistas son hombres afrodescendientes, de unos 35 años, que han sufrido discriminación, pobreza y han pasado tiempo en prisión.

El reclutamiento yihadista en Trinidad y Tobago ha sido más fácil debido a la existencia de una red nacional bien establecida, encabezada por el imán Nazim Mohammed. Aunque Mohammed ha negado tener vínculos con el Daesh, las evidencias señalan que el 70% de los yihadistas reclutados vivían cerca o dentro de la comunidad religiosa que él preside. Además, varios miembros de su familia se unieron al Daesh en Siria e Irak.

El idioma inglés también ha jugado un papel crucial en el atractivo de Trinidad y Tobago para el Daesh, ya que facilita la difusión de sus mensajes. Además, hasta el Brexit, los trinitenses podían viajar libremente al Reino Unido y, de ahí, al resto de Europa, ofreciendo una ruta conveniente para los yihadistas.

Implicaciones para la Seguridad Global

La creciente actividad yihadista en Trinidad y Tobago ha captado la atención de Estados Unidos. En 2017, el expresidente Donald Trump se reunió con el primer ministro de Trinidad y Tobago, Keith Rowley, para fortalecer la cooperación contra el terrorismo. Sin embargo, muchos analistas creen que este caso podría ser solo la punta del iceberg en cuanto al aumento del yihadismo en América del Sur.

Un Nuevo Problema en Latinoamérica

Si bien la región ha sido históricamente más conocida por guerrillas nacionales como las FARC en Colombia o el Sendero Luminoso en Perú, el terrorismo yihadista no ha sido un fenómeno común hasta ahora. Los atentados más notorios en América Latina fueron el de la embajada de Israel en Buenos Aires en 1992 y el de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en 1994, ambos atribuibles a Hezbolá.

En los últimos años, el terrorismo yihadista parece haber encontrado un nuevo terreno fértil en América Latina, y la Triple Frontera (donde confluyen Argentina, Brasil y Paraguay) se ha convertido en un punto caliente para actividades criminales. Organizaciones del crimen organizado y terroristas como Hezbolá han utilizado esta región para sus operaciones, aprovechando la corrupción y la falta de control.

Brasil, el país más grande y poblado de Latinoamérica, ha reportado la presencia de grupos yihadistas en su territorio desde hace más de una década. En 2013, la Policía Federal del país confirmó la existencia de siete grupos yihadistas, entre ellos Hezbolá, Hamás y Al Qaeda. Aunque hasta ahora no ha habido nuevos atentados desde los años 90, la tensión sigue aumentando.

El Futuro del Yihadismo en América Latina

La situación en Trinidad y Tobago ha hecho que muchos analistas teman una expansión del yihadismo en América Latina. Las condiciones socioeconómicas, la corrupción y la falta de control fronterizo en ciertas áreas facilitan el reclutamiento y la expansión de estos grupos. Aunque aún es difícil predecir si veremos una nueva oleada de atentados yihadistas en la región, el caso de Trinidad y Tobago sirve como una advertencia.

La pregunta que queda es si los gobiernos de América Latina podrán enfrentar este desafío y si Estados Unidos tomará medidas para evitar que otros países sigan el mismo camino. La situación es compleja y requerirá una cooperación internacional y esfuerzos coordinados para mitigar la amenaza.

Conclusión

El caso de Trinidad y Tobago destaca la posibilidad de que el terrorismo yihadista encuentre un nuevo hogar en Sudamérica. Este pequeño país caribeño muestra cómo las condiciones socioeconómicas y la falta de control pueden propiciar el crecimiento de grupos extremistas. Aunque hasta ahora el yihadismo en América Latina ha sido esporádico, la creciente actividad en Trinidad y Tobago y otras áreas como la Triple Frontera sugieren que la región debe estar alerta y preparada para enfrentar esta amenaza.

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