El Origen del Japón Moderno: Historia y Transformación

El Misterio de Japón: De la Edad Media a Potencia Mundial

Para muchos, Japón sigue siendo todo un misterio. No es solo porque Japón sea el país donde pasear a los perros en carricoches o ir a tomar café a lugares llenos de gatos es algo normal. Para nada. Haberse convertido en uno de los países más ricos y desarrollados del mundo y contar con la esperanza de vida más alta del planeta, en un territorio superpoblado y con escasos recursos naturales, sigue siendo algo sorprendente.

Pero, espera un momento, porque Japón no siempre fue la potencia económica que conocemos hoy. Todo lo contrario. Hasta mediados del siglo XIX, este país estaba bajo un sistema político y económico que se parecía mucho a la Europa de la Edad Media. Por aquel entonces, Japón era un territorio pobre, atrasado, cerrado al mundo y con una sociedad fuertemente estratificada.

El Gran Cambio en Japón

La pregunta es, ¿cómo se produjo el gran cambio? ¿Cómo logró Japón pasar de ser una pobre economía rural a convertirse en una potencia industrial? ¿Fue todo producto de la influencia y la ayuda de los Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial? ¿Fue, acaso, el resultado de un plan minuciosamente diseñado por el gobierno?

Podemos decir que en todo este proceso hubo dos grandes etapas. La primera, la Restauración Meiji, se inicia hace unos 150 años. La segunda etapa tuvo su inicio al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Vamos a empezar por la primera.

La Restauración Meiji

Hace 150 años, la Restauración Meiji de 1868 terminó con el dominio que tenían los Tokugawa, un clan que durante más de 250 años, desde 1603, prácticamente suplantaron el poder del emperador y se convirtieron en los grandes señores de Japón.

Durante un largo periodo, Japón permaneció aislado de todo contacto con el exterior, lo que terminó provocando que mientras muchos países occidentales se lanzaban a la industrialización, Japón se quedara relegado con unas estructuras sociales, políticas y económicas más parecidas a la Edad Media que a los tiempos modernos. Japón era una sociedad feudal, dominada por señores de la guerra y que durante 14 siglos se había comportado como una especie de estado vasallo del Imperio Chino.

Japón llegó a prohibir el uso de sus puertos por parte de extranjeros para evitar que su influencia contaminara la cultura y las tradiciones locales, pero esto también terminó con el comercio y cualquier posibilidad de que sus rígidos estamentos políticos evolucionaran al compás de los tiempos.

La Llegada de los Americanos

La situación comenzó a cambiar en 1853, cuando una moderna flota de los Estados Unidos llegó a la bahía de Tokyo con una misión y un mensaje: o las autoridades japonesas aceptaban y permitían el comercio, o se tendrían que atener a las consecuencias. Ante una moderna flota de guerra, tecnológicamente avanzada, poco podían hacer las atrasadas instituciones japonesas, así que no les quedó más remedio que aceptar y comenzar la apertura.

Este fue el principio del fin del régimen de los Tokugawa. En pocos años, asqueados por la pérdida de soberanía, la humillación de sentirse un país pobre e incapaz y ante la experiencia de haber conocido el ocaso del imperio chino, los samuráis se hicieron con el control y restablecieron el Japón imperial.

Reformas y Modernización

La Restauración Meiji, contra todo pronóstico, lanzó a Japón a un amplio programa de reformas y cambio en prácticamente todos los campos. Ante la superioridad tecnológica, económica y militar de las potencias occidentales, la mejor forma de preservar la soberanía de Japón era impulsar el desarrollo del país. Y dicho y hecho. En pocos años, Japón se transformó completamente.

A nivel político, se terminó con muchas de las viejas instituciones y se introdujo un poder judicial independiente, un poder legislativo bicameral y un moderno sistema de prefecturas para gobernar las diferentes regiones del país. Los viejos impuestos sobre la venta de arroz fueron sustituidos por un impuesto a la tierra, lo que facilitó el cálculo de los ingresos del gobierno y permitió diseñar, financiar y construir muchas infraestructuras.

Pero esto no fue todo. Conscientes de la importancia del conocimiento y las nuevas tecnologías, en 1872, apenas 4 años después de la Restauración Meiji, se estableció un sistema de educación primaria universal. Unos años después se creó el Tokyo Institute of Technology y la Universidad de Tokyo. Además, se impulsó la apertura de Japón, se atrajeron expertos extranjeros para transmitir sus conocimientos, y muchos estudiantes japoneses fueron becados para estudiar en Europa y Estados Unidos.

El resultado de todo este proceso fue que en solo 50 años Japón logró realizar su propia revolución industrial, un tercio del tiempo que le llevó a Europa.

Influencia y Expansión

Durante las siguientes décadas, Japón continuó con su proceso de despegue y cambio. Empezó a extender su influencia a países vecinos como Corea, China, Rusia o Taiwán. En 1902, firmó un acuerdo de amistad con Gran Bretaña, lo que impulsó su industria. Cuando llegó la Primera Guerra Mundial, Japón se convirtió en un importante proveedor e impulsó aún más su economía. Durante estos años, muchos emprendedores japoneses se hicieron millonarios.

La Época Bélica de Japón

Así llegamos a 1926, el año en que el emperador Hirohito llegó al trono. A partir de ese momento, en la década de los años 20, Japón comenzó a profundizar en su perfil más bélico. En 1931, las tropas niponas ocuparon la provincia china de Manchuria, donde cometieron una enorme cantidad de crímenes y desencadenaron tensas relaciones con muchas potencias occidentales.

El gobierno japonés comenzó a impulsar la industria de la guerra. En 1931, mientras las tropas invadían Manchuria, el gobierno autorizó e impulsó la creación de carteles entre las grandes compañías, especialmente la industria pesada. El gobierno instaba a las grandes empresas a aumentar la producción lo más rápido posible mientras limitaban la entrada de nuevos competidores. Además, inyectó mucho capital en estas compañías, convirtiéndose en copropietario de muchas de ellas.

El gasto militar no paraba de crecer y, por supuesto, esto tuvo sus consecuencias. Las pequeñas empresas fueron arrasadas y casi todas las industrias civiles fueron cerradas mucho antes de los bombardeos de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. La economía de guerra no solo llevó a un gobierno más autoritario y una mayor influencia de los militares, sino también al empobrecimiento general de los japoneses.

Lecciones de la Historia

La historia nos enseña que las políticas militaristas suelen enriquecer a una élite a cambio de empobrecer a la mayoría. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, Japón no solo era un país derrotado, sino que su economía estaba destrozada y los japoneses habían retrocedido décadas en su nivel de vida. Además de la tragedia de haber perdido más de tres millones de vidas durante el conflicto. ¿Qué ocurrió una vez terminada la guerra? ¿Cómo logró Japón convertirse en pocos años en toda una potencia? Eso lo veremos en próximos artículos.

Conclusión

En este artículo hemos examinado cómo Japón dio el gran salto desde la Edad Media al mundo moderno. A través de la Restauración Meiji, el país implementó una serie de reformas profundas y se abrió al mundo exterior, lo que permitió una rápida industrialización y modernización. Sin embargo, también vimos el lado oscuro de su historia, con su transformación hacia una economía de guerra que llevó al país al borde del abismo. Japan’s journey from a feudal society to a modern industrial power serves as a remarkable example of transformation and adaptation, though not without significant hardships and missteps along the way.

El caso de Japón ilustra cómo las naciones pueden reinventarse y adaptarse a través de políticas estratégicas y reformas audaces, aunque también muestra los peligros de la militarización y el aislamiento. Es una lección clara de la importancia de mantenerse flexible y receptivo al cambio, aprendido tanto desde sus éxitos como de sus errores. Por lo tanto, Japón sigue siendo un fascinante estudio de caso en la resiliencia y capacidad de renacimiento, trascendiendo sus dificultades históricas para convertirse en lo que es hoy: una potencia mundial prominente.

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