«¿Enfrentamiento en el Cáucaso? Conoce la situación actual»

El Conflicto de Nagorno-Karabaj: Un Nuevo Episodio en una Región Históricamente Turbulenta

Primero la guerra en Ucrania y luego el ataque de Hamás han monopolizado la actualidad informativa. Sin embargo, estas no son las únicas «zonas calientes» que podemos encontrar en el mundo. Otra región que casi nunca nos da respiro es el Cáucaso. En este artículo, exploraremos el posible fin del conflicto congelado más longevo de todo el espacio post-soviético: el conflicto de Nagorno-Karabaj.

El Histórico Conflicto de Nagorno-Karabaj

Nagorno-Karabaj es uno de esos territorios históricos que ha pasado por diferentes manos a lo largo de la historia: el Imperio Mongol, el Imperio Otomano, el Persa… Sin embargo, el origen de este conflicto no se encuentra en esos tiempos lejanos. Para entenderlo, tenemos que irnos al comienzo de la Unión Soviética.

Con la llegada del régimen soviético, Nagorno-Karabaj, que había declarado su propia independencia en 1918 y se había negado a formar parte de la república transcaucásica de Azerbaiyán creada en 1917, pasó a formar parte de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán en 1936 como una región autónoma.

Desde entonces, la disputa entre armenios y azeríes entró en un impasse auspiciado por la vigilancia central del Kremlin. No obstante, ante la inminente caída de la Unión Soviética, en 1988, los habitantes de Nagorno-Karabaj, mayormente de etnia armenia, votaron en un referéndum para anexionarse a la República Socialista Soviética de Armenia. Azerbaiyán rechazó este movimiento y mandó sus tropas al territorio, desatando así la primera guerra del Karabaj, que acabaría en 1994 tras la mediación rusa. Este conflicto se saldó con cerca de 30,000 vidas, cientos de miles de desplazados y el control de Nagorno-Karabaj, junto con otras siete provincias colindantes a manos de Armenia.

Tras la Primera Guerra: Una Tensa Paz

Desde aquel momento, Nagorno-Karabaj pasó a ser una de las regiones más tensas y conflictivas del mundo. Aunque Armenia había conseguido que Nagorno-Karabaj no fuera controlada por Azerbaiyán, el régimen azerí no estaba dispuesto a darse por vencido. Y así, ambos países iniciaron diferentes procesos de negociación para intentar dar con una solución al conflicto.

En 2016, ambos países probaron de nuevo sus fuerzas con intensos enfrentamientos que duraron cuatro días. No obstante, no fue hasta 2020 cuando la guerra volvió a estallar de verdad. El 27 de septiembre, Azerbaiyán comenzó a bombardear Nagorno-Karabaj, dando comienzo así la segunda guerra del Karabaj, que duraría 44 días. Al final, este conflicto costó la vida de 4,000 soldados tanto armenios como azeríes y provocó más de 100,000 desplazados armenios del Karabaj. Esta guerra terminó con un nuevo acuerdo impulsado otra vez por Rusia.

Sin embargo, en septiembre de 2023 volvimos a ver el rotundo fracaso de los acuerdos de alto el fuego entre estos dos países. Azerbaiyán rompió la baraja y se hizo con el control del territorio. Pero, ¿por qué falló esta vez el acuerdo? ¿Había realmente una verdadera voluntad de paz entre las partes? ¿Qué consecuencias puede tener esta acción?

El Victorioso Azerbaiyán

Armenia y Azerbaiyán son como dos hermanos que no se dan tregua cuando ambos quieren lo mismo, en este caso Nagorno-Karabaj. A lo largo de los años, han tenido numerosos altos el fuego que al final siempre se han acabado rompiendo en mayor o menor medida. La gran mayoría de analistas acertaron al prever que el alto al fuego alcanzado en 2020 también acabaría rompiéndose.

Desde el momento de las negociaciones, tanto Armenia como Azerbaiyán señalaron importantes incongruencias en el texto del acuerdo. Por ejemplo, mientras un artículo permitía a ambos países mantener los territorios conseguidos en el conflicto hasta el momento de la firma del acuerdo, otro indicaba la obligación de la retirada de las tropas armenias. Además, hubo otros problemas en cuanto a la aplicación del propio acuerdo. Armenia se negó a la creación del corredor de Zangezur en el sur del país. Además, ambos países se negaron a devolver a todos los desplazados del conflicto a sus hogares de manera segura, aun con el apoyo de ACNUR. Y, para empeorar las cosas, Rusia, encargada de supervisar la paz entre ambos países, no logró separar eficazmente a las tropas de estos.

Tanto Armenia como Azerbaiyán eran conscientes del desastre que supuso el acuerdo, por eso previeron la posibilidad de un nuevo conflicto en el futuro. De hecho, lejos de traer la paz, dicho acuerdo del alto al fuego del 2020 logró que ambos países se armaran aún más. En 2020, ambos invirtieron alrededor del 5% de sus PIB en gasto militar, una cifra considerablemente alta comparada con la media global del 2.4%.

En términos absolutos, la inversión fue mucho mayor por parte de Azerbaiyán, país con un PIB que, en 2020, era más de tres veces superior al de Armenia, gracias a su importante sector petrolífero. Entre 2011 y 2020, el volumen de importaciones de armas de Azerbaiyán fue ocho veces mayor que el de Armenia.

Así, entre el fatídico acuerdo de 2020 y el fuerte rearme por parte de ambos países, las tensiones solo aumentaron. En septiembre de 2022, Azerbaiyán atacó regiones del sur de Armenia, lo que convirtió dicho mes en el más hostil desde la guerra de 2020, con casi 300 muertos y 7,600 armenios desplazados. En diciembre de 2022, las autoridades azeríes decidieron bloquear el corredor humanitario de Lachín, conectando Nagorno-Karabaj con Armenia, lo que tuvo serias repercusiones para la población del Karabaj.

Las agresiones de Azerbaiyán confirmaron una sensación de impunidad casi absoluta. Al no sufrir prácticamente ninguna repercusión por sus agresiones, el 19 de septiembre de 2023, las tropas azeríes entraron en masa a Nagorno-Karabaj y, en 24 horas, tomaron el control completo del territorio. Esta acción rápidamente extendió el temor de una posible limpieza étnica contra los armenios del Karabaj. Como consecuencia, más de 100,000 personas abandonaron Nagorno-Karabaj, forzadas por el miedo y un régimen autoritario poco respetuoso con los derechos humanos.

Una Guerra Fría Caucásica

El conflicto de Armenia y Azerbaiyán por Nagorno-Karabaj es un vivo reflejo de las tensiones entre Rusia y Turquía. Desde la caída de la Unión Soviética, Rusia ha sido el actor más activo en el Cáucaso sur. En 1994, logró que Azerbaiyán y Armenia alcanzaran un alto al fuego. No obstante, Rusia se ha mostrado como un mayor apoyo para Armenia, firmando una alianza militar en 1997 y permitiendo la construcción de bases rusas en Armenia hasta 2044. Armenia también forma parte de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, liderada por Rusia. Sin embargo, este apoyo ha ido deteriorándose en los últimos años.

Consciente de esta situación, Armenia ha buscado acercarse cada vez más a Washington, lo que no ha sentado nada bien a Moscú. Con el alejamiento de Armenia de Rusia, el papel del Kremlin en el Cáucaso sur ha ido perdiendo relevancia. Turquía, el tradicional mejor aliado de Azerbaiyán, ha sabido aprovechar esta oportunidad.

En 2009, Turquía y Azerbaiyán firmaron un tratado que les obligaba a protegerse mutuamente en caso de ataque. La ayuda turca ha llegado a Azerbaiyán principalmente en forma de armas: cazas F-16, vehículos de infantería, drones Bayraktar, entre otros. La reciente victoria de Azerbaiyán en Nagorno-Karabaj ha favorecido enormemente a los intereses estratégicos de Turquía en la región.

El Cáucaso sur es una zona estratégicamente importante, controlando el flujo de transporte de Oriente a Occidente y de Norte a Sur. Turquía quiere tener un mayor peso que Rusia en esta región para conectar con Asia Central y beneficiarse de las reservas de gas natural de Turkmenistán, así como de nuevos proyectos de comercio marítimo. Además, Turquía busca superar a otra potencia vecina: Irán.

Intereses Cruzados: Israel e Irán

Irán también intenta fortalecer su posición en el Cáucaso sur para abrir una nueva ruta comercial desde el Golfo Pérsico hasta Europa, pasando por Georgia. Sin embargo, Azerbaiyán podría tratar de bloquearles al cerrar el corredor de Zangezur. Esta rivalidad involucra a Israel, uno de los mayores socios comerciales de Azerbaiyán en términos de armas.

Israel, preocupado por la influencia de Irán en la región y su apoyo a grupos como Hezbolá y Hamás, ha encontrado en Azerbaiyán un aliado estratégico. La reciente escalada de hostilidades entre Israel y Palestina podría intensificar las tensiones en la región, con Israel apoyando a Azerbaiyán e Irán a Armenia.

Conclusiones

Azerbaiyán parece haber acabado con el conflicto de Nagorno-Karabaj, habiéndose hecho con todo el territorio. Sin embargo, mientras este conflicto se cierra, Armenia y Azerbaiyán corren el riesgo de verse atrapados en el juego de grandes potencias como Rusia, Turquía, Irán o Israel. Solo el tiempo dirá cómo evolucionarán estos eventos, pero la pequeña región de Nagorno-Karabaj podría seguir siendo un escenario de conflictos indirectos entre estas grandes potencias.

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