La Preocupante Influencia del Caos en Libia sobre Occidente: ¿Qué Está en Juego?
La Trágica Caída de Muamar el Gadafi y el Turbulento Futuro de Libia
El 20 de octubre de 2011, el mundo fue testigo de un evento histórico: la captura y asesinato del dirigente libio Muamar el Gadafi. Aunque la ejecución de Gadafi no fue precisamente civilizada, este hecho marcó el final de casi 42 años de su férreo gobierno. Así, en 2011, Libia experimentó un cambio potencialmente irreversible. Sin embargo, el problema radica en que este cambio dejó al país en una situación precaria, y desde entonces, todo ha ido de mal en peor.
Un País en Crisis
La situación en Libia tras la caída de Gadafi ha sido de constante inestabilidad. Según las Naciones Unidas, la estabilidad del país se ha visto seriamente amenazada debido a mortíferos enfrentamientos entre milicias y la agitación en países vecinos como Níger y Sudán. Además, desastres naturales como la tormenta Daniel en septiembre de 2023 han agravado aún más la situación. Este fenómeno meteorológico provocó inmensas inundaciones y miles de víctimas mortales en Libia, siendo solo una de las muchas calamidades que han asolado a los libios en los últimos años. La caída del régimen de Gadafi no solo provocó una segunda guerra civil, sino que también sumió al país en un caos profundo.
La Caída del Régimen de Gadafi
Para entender qué pasó exactamente tras la caída de Gadafi y por qué Libia acabó sumida en el caos, es crucial analizar el contexto histórico y social del país. Libia es un país complejo, compuesto por múltiples facciones de distintas tribus y etnias. Más de 30 tribus y clanes familiares han tenido históricamente un gran peso en la política del país. Durante las últimas cinco décadas, estos grupos compartían el régimen de mano dura de Gadafi y el inmenso aparato de favores, privilegios y populismo petrolero que él dirigía. Sin embargo, cuando Gadafi cayó, esta pseudoestabilidad pagada con dinero del petróleo desapareció, sumiendo al país en el caos.
La Transición Fallida
Tras la caída de Gadafi, el Consejo Nacional de Transición tomó el control del país. Este órgano tenía la misión de estabilizar Libia y organizar unas elecciones que dieran paso a una nueva etapa democrática. En julio de 2012 se celebraron elecciones para escoger el Congreso Nacional, que luego elegiría a un primer ministro y pondría en marcha un proceso constituyente. En esas elecciones participó el 61,5% de los libios con derecho a voto, lo que en su momento parecía prometedor. Sin embargo, este optimismo duró poco. Las elecciones parlamentarias de 2012 utilizaron un sistema de «voto único no transferible», que fraccionó al congreso en múltiples monobloques, limitando la posibilidad de crear y sostener mayorías estables. Además, comenzaron a proliferar todo tipo de facciones islamistas radicales, como el ISIS, que vieron la oportunidad de aprovechar el desgobierno para ganar territorio.
Una Segunda Guerra Civil
En 2014 se celebraron nuevas elecciones, pero la participación fue solo del 18%. Poco después, una facción de los antiguos miembros del Congreso Nacional se negó a reconocer los resultados y estableció un gobierno paralelo en Trípoli, conocido como el Gobierno de la Salvación Nacional. Al mismo tiempo, el Congreso recién elegido formó su propio gobierno en Tobruk. Por supuesto, la existencia de dos gobiernos paralelos fue la gota que colmó el vaso, extendiendo la división a las fuerzas armadas y sumergiendo al país en una segunda guerra civil. La lucha interna entre los libios, junto con el auge del Estado Islámico y la formación de milicias locales autónomas, convirtieron a Libia en una especie de «todos contra todos».
El Impacto en la Economía
Estos enfrentamientos también tuvieron consecuencias devastadoras para la economía del país, especialmente para la industria petrolera. Libia tiene una de las 10 mayores reservas de petróleo convencional del mundo. Hasta la primavera árabe, su nivel de producción estaba creciendo progresivamente, pero desde entonces, la producción se hundió un 75% en 2014, 2015 y 2016. Aunque luego se ha recuperado, todavía sigue un 30% por debajo de los niveles de 2010.
Un Futuro Incierto
En diciembre de 2015 se firmó el “Acuerdo Político Libio”, promovido por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que estableció una mesa de diálogo entre las diferentes facciones políticas del país. Este acuerdo sirvió para poner en marcha un proceso de paz y, finalmente, en 2020, la mayor parte de los bandos enfrentados lograron acordar un alto el fuego y establecer una agenda electoral. Sin embargo, las esperadas elecciones aún no se han celebrado.
Aparición de Nuevos Candidatos
Desde la segunda guerra civil surgieron múltiples líderes, entre ellos Aref Ali Nayed y el actual primer ministro Abdul Hamid Dbeibeh. Sin embargo, los pesos pesados siguen siendo nombres ligados al pasado, como Saif al-Islam Gaddafi, el hijo del dictador, y Jalifa Belqasim Hafter Alferjani, un coronel de ejército que se convirtió en uno de los líderes más influyentes del país. La postulación de Saif al-Islam Gaddafi está, de momento, anulada, ya que en el proceso electoral no pueden participar sujetos condenados por la justicia, y Haftar parece estar finalmente dando su brazo a torcer.
Más Catástrofes Naturales
Durante las primeras semanas de septiembre de 2023, la tormenta Daniel provocó diluvios en Libia, causando miles de muertos y desaparecidos, y dejando a decenas de miles de personas damnificadas. Este desastre natural fue aprovechado por Jalifa Haftar para consolidar su control y presentarse como el gestor del “rescate” del pueblo. Hoy, los territorios controlados por Haftar funcionan como auténticas dictaduras militares, y se le considera un tipo distante con Occidente, aunque gobiernos como el de Italia ven en él una posibilidad de estabilizar los asuntos migratorios en el Mediterráneo.
Intereses Internacionales
El Kremlin sigue muy de cerca la situación en Libia debido a sus reservas de gas. Rusia está interesada en que Libia siga siendo un aliado, mientras que Estados Unidos y varias naciones europeas apoyan al gobierno del Acuerdo Nacional y su búsqueda de elecciones. Jalifa Haftar ha trabajado anteriormente con la CIA y puede transigir con las elecciones si se asegura de que uno de sus hijos pueda postularse.
Conclusión
Los últimos doce años han sido extremadamente duros para los libios. De aquella primavera árabe llena de idealismo democrático, queda poco y nada. El fracaso en el diseño de la transición y el creciente papel de un caudillo militar que promete orden a cambio de libertad no augura el mejor de los horizontes para el país. La pregunta que queda es: ¿fue peor el remedio que la enfermedad para los libios? ¿El futuro de Libia será más prometedor, o continuarán las décadas de caos e incertidumbre?