«Cómo el ‘Pánico en Marruecos’ Redefinió la Historia y Lecciones que Aún Resuenan»
El Desastre de Annual: Una Historia de Coraje y Tragedia
En un rincón olvidado de la historia, en agosto de 1921, Monte Arruit, Marruecos, se convirtió en el escenario de una de las mayores tragedias militares españolas. Rodeados por las tropas rifeñas, 3600 soldados españoles enfrentaron un cruel destino tras rendirse bajo la promesa de poder regresar a territorio español. Este incidente, conocido como el Desastre de Annual, marcó el fin de tres semanas de intensa retirada y tragedia, consolidándose en la memoria como un recordatorio de la valentía y los horrores de la guerra.
Contexto Político y Militar
El inicio del siglo XX se caracterizó por una inestabilidad política global y por la política de aislamiento adoptada por España bajo la dirección de Cánovas del Castillo. En 1898, la pérdida del imperio español en América tras la guerra con Estados Unidos sumió a España en una profunda crisis de identidad. Mientras tanto, las potencias europeas como Inglaterra, Francia, Portugal y Bélgica luchaban por el dominio en África y Asia, y jóvenes potencias como Alemania e Italia buscaban expandir sus imperios coloniales, desencadenando incidentes como los intentos del Káiser alemán de desembarcar en Marruecos.
El Rif: Un Territorio Desafiante
España se encontraba en una encrucijada en Marruecos, tratando de establecer su control sobre una región dividida. En el norte de Marruecos, la zona del Rif se erigía como un territorio empobrecido y belicoso. Este territorio, que se extendía desde Melilla hasta el centro de la zona norte marroquí, estaba dividido en diversas kábilas y charcas. Esta división no solo era geográfica, sino también cultural y lingüística, con diferentes dialectos y costumbres entre las kábilas.
Las operaciones en el Rif y en la región de la Yebala se desarrollaron en paralelo pero mantuvieron sus particularidades. Mientras Silvestre lideraba operaciones en el Rif, Raisuni tomaba las riendas en la Yebala. Cada cabida estaba compuesta por guerreros que defendían sus territorios de forma casi constante, configurando un sistema de guerra guerrillera donde la guerra era una constante y la paz, un estado excepcional.
Un Periodo de Paz y una Nueva Intentona Colonial
La Primera Guerra Mundial proporcionó a España un respiro temporal en el conflicto marroquí. Sin embargo, a partir de 1918, las presiones por retomar el control colonial se intensificaron. Francia, con un interés estratégico en Marruecos, empujaba a España a controlar sus designados territorios. Marruecos estaba dividido en dos zonas: el Plan del Margen, con una cultura árabe cercana a Rabat y gobernada tradicionalmente por el sultán, y el Plan de Shiba, un territorio menos delimitado y solo aceptante del liderazgo religioso del sultán, en medio del cual se encontraba el Rif.
En este escenario, las dinámicas de poder eran volátiles. Los líderes del Rif lograban baraka -una mezcla de reconocimiento de liderazgo a través de proezas militares, riqueza y descendencia del profeta- que les otorgaba autoridad y followers entre las facciones rivales. Abdelkrim, un personaje central en este conflicto, comenzó a emerger como un líder prominente al acumular baraka a través de sus hazañas y la eliminación de rivales.
Los Generales y sus Estrategias Opuestas
Al frente de las operaciones en Marruecos se encontraban dos figuras clave: el General Silvestre y el Conde de Berenguer. Berenguer, con una fuerte influencia política y convertido en Alto Comisario, tenía la responsabilidad política y militar de las operaciones. Este título le otorgaba la capacidad de solicitar recursos y coordinar con los ministerios pertinentes, unificando el mando en una sola persona.
El General Silvestre, conocido por su amplio conocimiento del Rif y su entendimiento de la baraka, lideraba sobre el terreno las operaciones desde Melilla. Silvestre tenía un enfoque más directo y militar, buscando ganar terrenos estratégicos y asegurando posiciones claves, como la de Annual y sus alrededores. Sus planes incluían usar puestos militares como Sidi Idris para asegurarse de que los suministros llegaran y las operaciones fluyeran.
El Resurgimiento de la Confianza Rifeña
Mientras Silvestre trataba de mantener y expandir las posiciones españolas en el Rif, el clan de Abdelkrim se fortalecía. Tras haber trabajado como informantes para España y ganar considerable riquezas, los Abdelkrim comenzaron a comprar caballos y armas, consolidando su poder. Con estos recursos, el clan proclamó su descendencia del profeta, acumulando baraka y liderazgo en el Rif.
En paralelo, el ejército español en el Rif comenzó a sentir la presión de décadas de desidia en la logística y los recursos. La política de no derramar sangre ni gastar pesetas innecesariamente en Marruecos impedía la construcción de infraestructura necesaria, como una carretera que facilitara el transporte y suministro hacia las posiciones avanzadas. Los suministros llegaban con cuentagotas, y las posiciones eran sostenidas, muchas veces, bajo precarias condiciones.
La Ofensiva y el Desplome en Monte Arruit
El desastre comenzó cuando las kábilas, enardecidas y con la baraka del lado de Abdelkrim, atacaron y tomaron la posición de Abarrán, aniquilando en pocas horas una fuerza española. Los ataques continuaron, y aunque la posición de Sidi Idris resistió momentáneamente, la moral de las tropas españolas estaba quebrantada. Aprovechando esta debilidad, los rifeños atacaron la loma de los Árboles desde donde hostigaron continuamente a las fuerzas en Annual.
Atrapado en una situación táctica desfavorable, Silvestre ordenó un repliegue hacia el desfiladero de Izzumar. Durante esta retirada, Silvestre cayó en combate, incrementando el caos y el pánico entre las tropas. Su reemplazo, el General Navarro, enfrentó una situación desesperada con tropas desorganizadas y mermadas.
La Agonía en Monte Arruit
El repliegue continuó hacia Dar Drius, donde las tropas encontrarían refugio temporal gracias a la logística previamente acumulada por Silvestre. No obstante, el pánico y la desorganización continuaban erosionando la moral de las tropas. Finalmente, Navarro decidió un movimiento que resultaría fatal: evacuar Dar Drius y dirigirse a Monte Arruit, desencadenando una serie de enfrentamientos con los rifeños que resultaron en masacres constantes.
En Monte Arruit, los soldados españoles enfrentaron un asedio implacable en condiciones adversas. Los rifeños, con una baraka fortalecida, aprovecharon cada oportunidad para hostigar y debilitar a los defensores, culminando en una traición final donde los soldados españoles, ya desarmados, fueron masacrados.
Reflexiones y Lecciones
El Desastre de Annual dejó lecciones imperecederas sobre la importancia de la logística, la infraestructura, la moral de las tropas y la coordinación estratégica. La falta de una carretera adecuada, la licenciamiento prematuro de veteranos y la incapacidad para ocupar tácticamente posiciones clave como la loma de los árboles contribuyeron a la tragedia. La baraka, aunque un concepto cultural y subjetivo, jugó un rol determinante en la motivación y lealtad de las fuerzas rifeñas.
Posteriormente, Abdelkrim consolidó su poder proclamando la República del Rif y empleando tácticas europeas para unificar la región bajo su mando. Logró infligir grandes derrotas a los franceses y mantuvo el control hasta que una coalición hispano-francesa culminó en el desembarco de Alhucemas y la desarticulación de su autoridad.
Conclusión
El Desastre de Annual es un episodio de la historia militar que resuena a través del tiempo como una historia de coraje, errores estratégicos y lecciones aprendidas en el campo de batalla. Comprender este conflicto proporciona una visión profunda de las dinámicas de poder, las tácticas militares y la fortaleza de la voluntad humana frente a la adversidad. Es un recordatorio eterno de las complejidades de la guerra y de la importancia de la preparación y la resiliencia en los momentos más oscuros.