Israel: Mi dilema moral y una reflexión profunda

¿Es Israel Realmente el «Bueno» en Este Conflicto?

Abordar el conflicto en Medio Oriente puede ser una tarea titánica. Con tantas capas de historia, política, religión y sufrimiento humano, determinar quién es el «bueno» y quién es el «malo» a menudo depende del ángulo desde el que se mire. En este artículo, exploraremos la complicada situación de Israel en el contexto actual, los matices dentro de su propia sociedad y las preguntas que inevitablemente se generan.

La Paradoja de la Guerra y la Popularidad Política

Generalmente, cuando una nación entra en conflicto, su población tiende a unirse en torno a su líder, como hemos visto con Zelensky en Ucrania. Sin embargo, el caso de Israel bajo el liderazgo de Netanyahu desafía esta tendencia. A pesar de la guerra tras los ataques de Hamas el 7 de octubre, casi todos los israelíes piden la dimisión del primer ministro. Según el periodista Danny Moljo del Canal 13 de Israel, «Israel son dos países: uno antes de la guerra del 7 de octubre y otro después de la guerra del 7 de octubre». Este fenómeno revela una profunda división interna en una sociedad que se enfrenta a desafíos políticos y de seguridad cruciales.

El Progreso Tecnológico y las Startup Nations

Israel es conocido por ser un líder en innovación y tecnología. En 2021, el país demostró ser una esperanza global en la batalla contra el COVID-19 al lanzar agresivamente su programa de vacunación. Además, es la nación con la mayor concentración de startups per cápita, superando incluso a los Estados Unidos. Empresas como WIX.com, Monday.com y SodaStream son solo algunas de las conocidas mundialmente que nacieron en esta pequeña nación. Tel Aviv, una de las grandes capitales de los derechos LGTB, ha sido denominada «El San Francisco del Medio Oriente». Sin embargo, todo este progreso parece estar bajo amenaza dada la situación actual.

La Seguridad Israelí: Entre la Innovación y el Conflicto

La seguridad en Israel ha sido durante mucho tiempo una preocupación. En los años 60, viajar a Israel era sinónimo de potenciales ataques terroristas. Sin embargo, hasta antes de la reciente escalada con Hamas, Israel había conseguido que la mayoría de sus vecinos le respetaran, incluyendo parcialmente a Palestina. Tecnología como la Cúpula de Hierro ha permitido que Israel se defienda eficazmente de ataques con cohetes. Sin embargo, todo este equilibrio está ahora en peligro.

Los Judíos Ultraortodoxos y los Asentamientos

Un aspecto fundamental del conflicto interno de Israel es la cuestión de los judíos ultraortodoxos, conocidos como los Hasidim. Fundado en 1948 por Ben Gurion, el Estado de Israel surgió con la intención de ser un estado inclusivo para árabes y judíos, aunque con ciertos privilegios para los ortodoxos. Los Hasidim, que a menudo viven apartados, estudian la Torah y tienen familias numerosas, no son partidarios del sionismo y, en muchos casos, rechazan la autoridad del gobierno israelí y el servicio militar.

Uno de los temas más controvertidos es el de los asentamientos en Cisjordania. Inicialmente, estos asentamientos fueron una estrategia para mantener una presencia en zonas clave tras la guerra de los seis días en 1967. Sin embargo, hoy en día, más de 700,000 israelíes viven en asentamientos en Cisjordania, lo que genera tensiones constantes tanto dentro como fuera de Israel.

El Terrorismo Judío y la Cara Más Oscura de Israel

Israel no solo tiene que enfrentar amenazas externas, sino también internas. El «terrorismo judío» es un término que abarca a grupos radicales que emplean tácticas terroristas contra árabes e incluso contra otros israelíes, notablemente en eventos LGTB. El partido KACH, aunque considerado grupo terrorista por Israel, Estados Unidos y otras naciones, ha dejado una marca indeleble en la política israelí. Figuras como Itamar Ben Gvir, que fue a la cárcel por pertenencia a una organización armada y ahora es Ministro de Seguridad Nacional, ejemplifican esta radicalización.

El Sistema Político Israelí: Fragmentación y Coaliciones Imposibles

El sistema político israelí, con su único distrito electoral y su Knesset (parlamento) de 120 diputados, fomenta la fragmentación y las coaliciones improbables. Esto permite que partidos pequeños, incluidos los ultraortodoxos y los sionistas religiosos, tengan una gran influencia. Los ortodoxos, por ejemplo, constituyen una voz crítica en el parlamento a pesar de ser solo un 13.4% de la población, y sus números siguen creciendo a un ritmo rápido.

Netanyahu, quien ha gobernado Israel durante 16 años, enfrenta múltiples acusaciones de corrupción y necesita del apoyo de estos partidos para mantenerse en el poder. Este contexto ha permitido que radicales como Ben Gvir alcancen posiciones de poder, afectando negativamente la política de asentamientos y la respuesta del país a las crisis de seguridad.

La Crisis de Reclutamiento y el Futuro de Israel

Un problema creciente para Israel es la crisis de reclutamiento militar debido a las tensiones con los ultraortodoxos. En 1948, los Hasidim eran entre 35,000 y 45,000 personas; hoy representan el 13.4% de la población y se espera que para 2065 sean un tercio. Esta tasa de crecimiento, junto con su negativa a participar en el servicio militar, genera preocupaciones sobre la capacidad de Israel para mantener su defensa nacional.

La pregunta que enfrenta Israel es qué hacer con este desafío demográfico. El sistema electoral y la falta de una constitución complican las soluciones políticas a largo plazo. Reformas electorales, la redacción de una constitución y un cambio en las dinámicas políticas son algunas de las posibles soluciones que Israel debe considerar para abordar estos «pecados originales» de su fundación y enfrentar un futuro cada vez más complejo.

Conclusión: El Dilema del Poder y la Seguridad

La situación en Israel es un complejo tapiz de avances tecnológicos, desafíos demográficos y tensiones políticas. La nación enfrenta una encrucijada en términos de quién controla el poder y cómo se maneja la seguridad. Netanyahu, una figura polarizadora y controversial, refleja tanto los logros como las fallas de Israel en los últimos años. La influencia de grupos radicales en su gobierno y su necesidad constante de depender de la extrema derecha plantea preguntas serias sobre el futuro de la nación.

En última instancia, la cuestión de quién es el «bueno» en este conflicto es más complicada de lo que parece. Israel debe abordar tanto sus amenazas externas como sus divisiones internas, y la manera en que consiga hacerlo será crucial para su supervivencia y prosperidad futura.

El camino por delante es incierto, pero lo que está claro es que Israel enfrenta desafíos significativos que requieren soluciones creativas, inclusivas y sostenibles. Mientras el mundo observa, la nación se enfrenta a una prueba de su cohesión, resiliencia y capacidad para adaptarse a un futuro cada vez más incierto.

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